Zapatista en la UPR: el mandar obedeciendo del poder-estudiantil

César J. Pérez Lizasuain – Fragmento de “Rebelión, no-derecho y poder estudiantil” (2018).

Nuestra lucha es por hacernos escuchar, y el mal gobierno grita soberbia y tapa con cañones sus oídos . . . Nuestra lucha es por la vida, y el mal gobierno oferta muerte como futuro. Nuestra lucha es por el respeto a nuestro derecho a gobernar y gobernarnos, y el mal gobierno impone a los más la ley de los menos. Nuestra lucha es por la libertad para el pensamiento y el caminar, y el mal gobierno pone cárceles y tumbas. Nuestra lucha es por la justicia, y el mal gobierno se llena de criminales y asesinos. Nuestra lucha es por la historia, y el mal gobierno propone olvido. Nuestra lucha es por la Patria, y el mal gobierno sueña con la bandera y la lengua extranjeras. Nuestra lucha es por la paz, y el mal gobierno anuncia guerra y destrucción.

Ejército Zapatista de Liberación Nacional, Cuarta Declaración de la Selva Lacandona (1996)[1]

            Al Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) se le reconoce como el primer movimiento, tanto nacional (México) como internacional, en iniciar un ciclo de movilizaciones alter-globales críticas a la hegemonía neoliberal (Nail, 2013) durante la segunda mitad de la década de 1990-2000. En el caso de la HEUPR de 2010, no podemos comprobar, excepto en la Declaración de la Universidad tomada, una influencia directa de la narración, acción y estructuras organizativas que tanto distinguen al EZLN en la cultura de luchas anti-sistémicas a nivel internacional. Sin embargo, podemos identificar algunos elementos en común entre el EZLN y el movimiento estudiantil: (1) el mismo agente antagonista: el Estado y las medidas neoliberales; (2) la organización política del movimiento alrededor de la participación democrática directa; (3) los cuerpos organizativos y la distribución horizontal del poder y la participación; y (4) el concepto de autonomía. En este apartado, analizaremos las estructuras organizativas del poder-estudiantil desde el prisma zapatista del mandar obedeciendo.

Dispone la Declaración de la Universidad tomada,[2] comunicación redactada por el Comité de Acción Estudiantil de la Facultad de Humanidades de la UPRRP, lo siguiente:

Por más soberbio que sea el poder, nuestra palabra no dejará de crecer entre la brea y el concreto. Las raíces de nuestra palabra corren más profundas que nuestros cuerpos: hemos cambiado la historia, la hemos hecho nuestra. Nuestra lucha es por hacernos escuchar, y la mala administración grita intransigencia y con macanas tapa sus oídos. Nuestra lucha es por la educación, y la mala administración regala adoctrinamiento y falsedad. Nuestra lucha es por la participación, y la mala administración cierra puertas y portones con su violencia y su fuerza de choque. Nuestra lucha es por el conocimiento, y la mala administración reparte ignorancia y desprecio. Nuestra lucha es por la transparencia, y la mala administración esconde números y protege deudores. Nuestra lucha es por la libertad, y la mala administración censura con la ley de los menos la justicia de los muchos.

            Nótese la directa influencia zapatista de la Cuarta Declaración de la Selva Lacandona. A partir de este comunicado del CAE de la Facultad de Humanidades de la UPRRP, y con el característico estilo poético y la carga filosófica de los comunicados zapatistas, se intenta traducir lo siguiente: (1) el rechazo a la situación imperante en la UPR análogoal ¡Basta! de la Primera Declaración de la Selva Lacandona; (2) la consolidación de la auto-identificación como el protagonista del conflicto en contraposición al poder antagónico contra el que luchan: “hemos cambiado la historia, la hemos hecho nuestra;” (3) los objetivos y metas del movimiento estudiantil: “Diálogo, negociación, conocimiento, educación, libertad, transparencia, democracia y participación. Éstas fueron nuestras banderas en la madrugada del 21 de abril de 2010; éstas son hoy nuestras exigencias;” (4) la identificación de uno de los agentes antagonistas, la “mala administración,” haciendo uso de la referencia zapatista al “mal gobierno;” y (5) el criterio de validación mediante la producción de una esfera ética:

La flor de nuestra palabra no marchitará porque renueva su vida con los brazos y versos que brotan de nuestros verbos. Ya sabemos que nuestra lucha se nutre de las expresiones de solidaridad en nuestro país. . . Queremos subrayar lo que nos hermana, lo que tenemos en común y echar a un lado lo que nos divide, aunque siempre respetando nuestras diferencias.

En otras palabras, se vierten en este comunicado los principales marcos de entendimiento que determinaron la actividad del poder-estudiantil en la HEUPR de 2010.

Por su parte, el EZLN ha podido traducir su narración a la articulación real de su fuerza organizativa, sobre todo a partir de la creación de los Caracoles y las Juntas de Buen Gobierno en el año 2003, mediante lo que afianzaron la práctica Zapatista sobre la autonomía y la democracia radical. Esa dinámica que instaurara el EZLN desde el 2003 se fundamenta en una base organizativa comunitaria, incluyendo el paradigma político que han desarrollado y que se ha dado a conocer como el mandar obedeciendo (Dussel, 2007). En la organización normativa e interna del movimiento de estudiantes de la HEUPR de 2010 se pueden rastrear trazos de esta lógica alternativa sobre el poder, la representación política, la democracia participativa y, sobre todo, cierta práctica sobre la institucionalización de los movimientos sociales.

Dussel (2007) reclama que el criterio de validez en el autogobierno y la normatividad zapatista se afianzan alrededor del concepto del mandar obedeciendo. En términos prácticos, el principio del mandar obedeciendo se define de la siguiente manera: “Entre ellos se acuerda unánimemente primero lo que se debe hacer; después se elige el servidor de la comunidad que debe ejecutarlo. El que manda obedece al acuerdo comunitario; el que obedece al que manda es el que manda; el que manda es el que obedece” (Dussel, 2007:91). Así considerado, el mandar obedeciendo no es solamente un concepto en la democracia zapatista, sino también un proceso dialéctico-afirmativo de subjetivación. Asimismo, representa una ruptura con la racionalidad impuesta por el liberalismo moderno sobre el poder y la democracia (Olivera, 2004; Speed, 2007). Al igual que en la HEUPR de 2010, el zapatismo ancla su criterio de validación comunitaria en una relación ética, más allá de la forma-jurídica (Olivera, 2004; Dussel, 2007; Fernández, 2008), propia de un no-derecho.

En su ejecución, el mandar obedeciendo procura la participación de los componentes de las comunidades en la toma de decisiones y la alternancia regular de los representantes en las estructuras denominadas como Juntas del Buen Gobierno (JBG). Además, el representante comunitario en la JBG no tiene sueldo. Su propósito es ejecutar la voluntad común de la comunidad y canalizarla a través de las instituciones autónomas que el zapatismo ha creado para su gobernanza política. Sugiere Fernández (2008:109) que:

La voluntad de todos aquellos que acceden a los cargos está relacionada con ‘servir al pueblo’ y se cristaliza como un móvil ético. La vocación, en este caso, es vocación de servicio. Por otro lado, los mandatos de todos los zapatistas que asumen la tarea del Otro Gobierno son revocables y se le exige permanente rendición de cuentas a cada uno de los funcionarios gubernamentales a través del Comité de vigilancia popular.

Dussel (1997), por su parte, propone una visión alterna en cuanto a la construcción de la identidad y el desarrollo de una esfera ética como criterios de legitimación en la cultura política de la resistencia. Este autor identifica un tipo de “ética corporal” como marco de referencia, esto es, una ética de la necesidad. Dussel (1973; 2007; 2009) dirige su investigación a fundamentar “materialmente” dicho móvil ético, indicando que la necesidad de lo corpóreo –que, en última instancia, es producida desde el sujeto– determina la práctica ética de la resistencia. Así, la vida ética se produce desde la comunidad, más allá de cualquier imperativo categórico a priori. Ello puede dar espacio a un nuevo sentido de la convivencialidad y la democracia (Dussel, 1997). Esta ética, en la acción política, sobre todo en el caso zapatista, sustenta el canon político y metodológico del mandar obedeciendo. Añade Dussel (1973:40):

Lo existencial y lo práctico, la praxis y la existencia cotidiana, son términos que se sitúan a un mismo nivel, ya que la praxis es el modo como el hombre se trasciende usando prágmata (cosas-sentido o útiles) en vistas a obrar su propio ser . . . La existencia, entonces, como tema de la ética será retenida en su modo cotidiano, existencial, práctico, que son nombres diversos para designar el modo del ser en el mundo que ahora nos ocupa.

La indignación de los rebeldes zapatistas y, por consiguiente, su ética de la rebelión, corresponde a un quiebre de la cotidianidad, al continuo desenvolvimiento de su supervivencia en sociedad. En la HEUPR de 2010, hemos identificado tres niveles del mandar obedeciendo que son propias de ese no-derecho descrito previamente: (1) la participación democrática directa, (2) la autonomía y (3) las estructuras de gobierno del poder-estudiantil.


[1]Recuperado de: http://palabra.ezln.org.mx/comunicados/1996/1996_01_01_a.htm

[2]Recuperado de https://es.scribd.com/doc/30818454/Declaracion-desde-la-universidad-tomada#download

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