Miguel Rodríguez Casellas: “Esto es una batalla de un pueblo que ya no se da el lujo de ser idiota”.

1ra parte de la entrevista a Miguel Rodríguez Casellas publicada originalmente el 8 de mayo de 2017 / Por César J. Pérez Lizasuain

Son 14 horas de diferencia los que separa a Puerto Rico de Australia. Para Miguel Rodríguez Casellas eso no constituyó impedimento alguno para aceptar sin titubeos ser la primera entrevista que se realiza para este medio. Bastó de un escueto mensaje a través de su cuenta de Facebook para que casi al instante contestara: “cuenta con ello”. Miguel es arquitecto, profesor universitario, un comunicador en las redes sociales (particularmente desde su cuenta de Facebook) que dejaría a cualquier “influencer” milenioso pidiendo cacao. Vive desde hace 4 años en Australia en donde aún lleva consigo las marcas de su “expulsión”. Esas 14 horas que separan el reloj caribeño del australiano parecen responder como anillo al dedo a Rodríguez Casellas, quien en su elocución siempre demuestra estar adelantado al “tiempo”, y el espacio entre ambos mundos no parece ser un impedimento.

“Cuando estás experimentando [un evento] desde afuera, el efecto directo de esa distancia es que percibes con más violencia los filtros de la prensa comercial. Porque tienes acceso también a fuentes de información primaria de la gente que sí esta allí. Entonces, ese desfase se hace mas dramático cuando no vives en Puerto Rico y experimentas los hechos desde afuera”. Sin temor a opinar desde la distancia sobre el Paro Nacional del 1M aclara que: “Yo no voy por ahí de Prometeo. Yo creo que no tener la conversación cotidiana o la experiencia lineal de estar allí es lo que te da esa otra visión. No sé si es más incisiva o más panorámica o menos. Pero sí es diferente y complementa.  La distancia te da acceso a cosas que no son tan obvias”.

La petición de la entrevista se dio en la misma noche del 1M luego de una jornada larga y  de intensas demostraciones. A eso de las seis de la tarde, y con la sangre caliente aún, comienzo a mirar las imágenes de la manifestación y caigo en cuenta de su magnitud. A pesar de haber pasado el día entero en la Milla de Oro, nuestra mirada, de quienes corporalmente ocupábamos ese espacio, distaba mucho de poder alcanzar esa mirada externa, esa visión panorámica, que las calles y los edificios nos impedían tener. Sin embargo, mientras me percataba del poder del evento, al mismo tiempo, toda esa demostración de fuerza corría el riesgo de verse perdida pues la narración mediática se monopolizaba a través del lenguaje de la violencia y la represión.

Desde antes del 1M, Miguel intuía que se venía un evento importante, potente: “Desde el ruido de las redes ya se veía que esto [el 1M] iba a ser grande. Cuando te levantas por la mañana, por la diferencia de hora no tienes la fortuna de ver cómo los fenómenos se van desencadenando gradualmente, sino que te despiertas y te enfrentas a una especie de panorama instantáneo donde la fuerza de 14 horas de momento se vio en un click de la computadora. Entonces esa mirada panorámica, con esa foto inmensa, la comparación con la marcha de Vieques (no es lo mismo lo sabemos) pero te deja ver que esto fue un gran evento”.

Medios alternativos, el periodismo impromptu y  una gaceta pinochetista

Para Rodríguez Casellas el 1M constituye un evento de fuerza que ha interrumpido tanto la normalidad obediente de la cotidianidad puertorriqueña, como también el estado de excepción que se gesta desde la Junta de Control Fiscal y el gobierno de Ricardo Rosselló. Pero también el 1M ha develado una tercera figura en el andamiaje de poder de los recortes y la austeridad: la racionalidad de los medios de comunicación corporativos y de cómo éstos se encuentran imbricados a los segmentos del poder políticos y financieros en Puerto Rico. No es de extrañar que esta última figura de poder ocupe buena parte del pensamiento crítico de Miguel porque, ante todo, el lente mediático es realmente esa grieta del mundo por la que éste mantiene su contacto “panorámico” con la situación del país: “Una de las cosas fascinantes del evento [el 1M] es lo obvio que se hace con el mecanismo de redes y toda esa especie de periodista impromptu o amateur y molecular que desde cualquier teléfono celular puede construir una mirada con potencial noticioso. Desde ahí te das cuenta que hubo unas manipulaciones [por parte] de la prensa comercial y su alianza con la banca. Porque en Puerto Rico siguen siendo 3 o 4 familias de abusadores que todavía se creen que viven en la Hacienda, que se felicitan a sí mismo por lo bien que tienen al país y por lo obediente que somos nosotros que seguimos su línea como ciudadanos cabales. Te das cuenta de cómo manipulan”.

Hay que dejar la sobriedad, hay que dejar la elegancia y la amabilidad. Este no es el momento de ser amable, este es momento de, al contrario, intensificar el desafío y hacer que esa mecha corra. Es más, me encantaría estar allí poniendo el cuerpo en el espacio público. Esos eventos no son posibles si no hay cuerpos en el espacio público. La indignación no es suficiente. Esa foto hay que producirla y esa foto requiere movilizaciones físicas.

Insiste, a su vez, que el uso de los nuevos medios sociales de comunicación se multipliquen detrás de una mirada crítica, ciudadana y contra-hegemónica. Ello implica necesariamente que la imagen y la afectividad que se produce desde los medios sociales de comunicación asuman una dimensión estratégica que incluso ayude a frenar la represión y los abusos de poder por parte del gobierno local y federal: “Hay que seguir  manteniendo la transmisión de estos eventos de una forma internacional y amplia para que se sepa que cualquier movida temeraria del gobierno federal o de los organismos judiciales locales no entre en terreno de abuso, en terreno de tiranía explicita. Y todo esto se da en un momento donde la ventaja democrática de Estados Unidos frente al mundo está en cero. Con este energúmeno (Donald Trump) que con gran ayuda de una demografía de horror, de norteamericanos feos, de norteamericanos racistas que lo llevó al poder. Sabemos que en este momento no contamos con seguridades que desde allá arriba va a prevalecer la cordura”.

Intuye, sin ánimo de ser profeta, lo siguiente: “Es un momento donde hay que andar vigilantes y unidos. Y aprovechando la posibilidad siempre de que todos nuestros eventos tienen plataformas magnificadoras a través de los medios sociales y de medios alternos. La prensa comercial para lo que sirve ahora mismo es para recoger la mierda de nuestras mascotas. El trabajo editorial del Nuevo Día es un chiste. Esto llegó a nivel de tabloide de la época de Pinochet. Es ya tan ridícula la escritura que están utilizando que deja ver primero, la desesperación y lo otro el cómo subestiman la inteligencia de todos los matices que [en realidad] no es tan tonta. Claro, siempre hay gente que se toma el kool aid como siempre. Y no es la portada de hoy [y todo eso del] echarpalantismo, sino es toda esta idiotez de echarnos la culpa a nosotros y usar las metáforas del papá que se sobregiró y ahora tiene que cuadrar la chequera. Es toda esta idiotez del “echar pa’ lante”. O sea, de una familia [Ferré Rangel] cuyo bienestar depende de la deuda y de la explotación. Oye, yo me curaba en salud cuando escribía allí. Yo era elegante y sobrio en mi escritura pero cuando me di cuenta que venían presiones externas [para] profilácticamente sacar voces como la mía”.

Miguel sube el tono de su caribeña irreverencia y afirma que la acción militante del medio de comunicación, de ese “periodista impromptu”,  no constituye la experiencia plena del resistir, sino que a la misma le debe complementar el “encuentro” o la puesta del cuerpo rebelde en el espacio público: “Cuando empiezan a ocurrir ese tipo de estupidez ya uno dice: hay que tirarlos todos, hay que dejar la sobriedad, hay que dejar la elegancia y la amabilidad. Este no es el momento de ser amable, este es momento de, al contrario, intensificar el desafío y hacer que esa mecha corra. Es más, me encantaría estar allí poniendo el cuerpo en el espacio público. Esos eventos no son posibles si no hay cuerpos en el espacio público. La indignación no es suficiente. Esa foto hay que producirla y esa foto requiere movilizaciones físicas”.

El pueblo ya no se da el lujo de ser idiota

De la manipulación mediática, institucional y judicial que se fragua para provocar una especie de “chilling effect” que coarte la indignación manifestada en la calle, Miguel recurre a producir una figura caricaturizada de la burguesía económica y política puertorriqueña. Sobre todo, una figura de esa clase dominante criolla que matice el cuento de su presunta magnificencia y la revele tal cual es: un “reducto endogámico”, esto es, una clase dominante cuya existencia histórica ha dependido de procedimientos cuasi incestuosos: “Oye, desde la distancia: aquí sí hubo un plan”, sentencia en clara referencia a la reacción policial y mediática a los eventos del 1M. “Y algo que yo siempre he dicho de nuestra clase dominante: debemos dejar de imaginarlas como ese monstruo con una capacidad organizadora, de manejar y controlar las cosas. Hay que imaginar esa clase dominante como lo que realmente es: un reducto endogámico de otra época. Esto es gente, cuerpos y mentes sin mucha ni gran capacidad ni organizativa ni intelectual. Y uno de los elementos más grotesco de la Junta de Control Fiscal es que esto lo componen un conjunto de puertorriqueños idiotas. Esto no es lo mejor de la cosecha”.

Prosigue Rodríguez Casellas: “Estamos hablando de que el mondongo está en esas capas altas. Y es triste porque el ver cómo manipulan la noticia, te deja ver lo estúpidos que son y como no están listos para entender un mundo y un campo de guerra mediática que es muy distinto a este control grotesco de familias de vajillas y de loza. Es un poco salvaje ver eso desde afuera. Yo lo digo con toda la ironía porque no les tengo respeto. Lo que me da es un poco miedo sí, pero no es el miedo del que se habla por ahí. Es el miedo de ver al país en manos de gente tan estúpida”.

La indignación, la rabia y la rebelión son elementos indispensables para pensar y transformar la realidad puertorriqueña. Pero para Miguel, que apalabra y encarna estas pasiones, reconoce que no son suficientes. La rabia no es una energía trasformadora por sí misma, también necesitamos una dimensión afirmativa que produzca nuevas emociones y sensibilidades políticas: “No estamos hablando de grandes [maestros]. Y ahí cae todo ese organigrama de inversionistas de la banca, todo ese segmento de servicios de lacayos y mayordomos que preparan los medios de represión y de abuso a esas grandes familias. Para  mí el encuadre de esto como una batalla de Puerto Rico contra los grandes intereses internacionales y del bloque financiero [no es suficiente]. Esto es una batalla de un pueblo que ya no se da el lujo de ser idiota. Estamos mejor informados a pesar de tener unas capas dominantes; son lo que sobra en el fondo de la hoya. Esto no es gente inteligente. Claro, eso no quiere decir que no les dé la capacidad de reprimir y utilizar la violencia y de tener un acceso desigual a los medios de comunicación. Veo un país que siente que el tono emocional e intelectual que maneja ahora mismo es más a fin al de uno. Eso se traduce a más que el coraje, también a  mucho amor, cariño y mucho apego a gente que quiero y a gente que quiero menos pero que reconozco el compromiso que están poniendo”.

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