Mientras que en el día de ayer un grupo de profesorxs hemos caído en un estado de catarsis con todo lo acontecido en las últimas 24 horas, el poder-estudiantil nos sigue dando “cátedra”. Es su “tiempo” y su tiempo no es el tiempo de “los de arriba”, no es el tiempo instrumental, no es el tiempo del “management”. Tampoco es el “tiempo” de los profesores y del personal no docente en la UPR. Su tiempo es el de la “democracia absoluta”.
Al igual que el coro edípico, el poder-estudiantil quiere salvar la ciudad. Contrario al coro en la tragedia edípica, el poder-estudiantil no niega la “verdad”. El poder-estudiantil es un Coro que no se raja y que, contrario a Sófocles, le apuesta todo a la demokratia y a las rupturas radicales.
Este Coro rebelde es el único que se ha parado de frente al molino de la Junta para cantarles sus “verdades”. Esto ocurre a la vez que, por el contrario, hay otros mortales que se han sentado frente al “gigante” con el único interés de hacerse con parte del banquete. Entre esos sirvientes mortales, cuente a las administraciones de esos verdugos usureros de la educación superior privada que han pretendido entrar a la danza canalla del poder de los de arriba.
Al salir de la reunión con la Junta, el poder-estudiantil ha desenmascarado al molino: la Junta es bruta, la Junta no sabe, la Junta desconoce las consecuencias de sus decisiones y actos. Si has leído hasta aquí, éste es el siguiente mensaje que debes memorizar: “Te han cogido de pendejo o pendeja. La Junta no sirve. La Junta no vino para lo que tú creías que venía. La Junta ha venido a engordar a ese adefesio en estado comatoso que se hace llamar PNP. A engordar esa clase parásita que vive de nuestro trabajo, que gana con nuestra pobreza, que gana con nuestros bajos salarios, que hace negocio con el quebrantado acceso a los servicios de salud. La Junta y el PNP es un único cuerpo”.
Nos dice el Coro: “La diferencia con la Junta no es meramente filosófico. El problema es que la Junta no sabe”. Hay un trillado dicho, sobre todo utilizado para fomentar el mito post-industrial del progreso y la subjetividad acomodaticia del capitalismo tardío, que dice: “el saber es poder”. Que no es lo mismo que afirmar que “el saber tiene relación con el poder”. Si la primera aseveración fuera cierta, la Junta no tendría poder. Si la segunda fuera cierta, la relación que mantiene la Junta con el poder (que lo tiene, y que no quepa duda) es tangencial, contingente, efímera y frágil. Ambas versiones nos dan el mismo diagnóstico: el poder-estudiantil ha develado que los cuerpos y almas que habitan el molino – como ha dicho Miguel Rodríguez Casellas – “no son estos dioses magnánimos e inteligentes y sagaces en su estrategias económicas y políticas”.
En esta ocasión el Coro no nos engaña: la Junta es gigante para los achichincles del poder de arriba, pero para el poder-estudiantil y para los cuerpos insurrectos es un mero molino.