La encuesta y la teoría de la oportunidad política

Por César J. Pérez Lizasuain

Photo by Ruben Valenzuela on Unsplash

El hecho es que el colonizado no gobierna. Que estrictamente alejado del poder acaba por perder la costumbre y aun el deseo de detentarlo. ¿Cómo podría interesarse en algo de lo que se ve radicalmente excluido?

Albert Memmi, Retrato del Colonizado

La reciente encuesta publicada por Noticel y realizada por la empresa Atlas Intel ha generado una variedad de reacciones a lo largo y ancho del escenario político puertorriqueño. El dato más significativo de la encuesta es que ubica a Juan Dalmau Ramírez, del Partido Independentista Puertorriqueño, en un virtual empate ante el Partido Nuevo Progresista para hacerse con la gobernación de Puerto Rico. “En los escenarios que aparece Pedro Pierluisi por encima de mí, es dentro del margen de error de la encuesta. Por lo tanto, es un virtual empate tanto en el caso de Jenniffer González como de Pedro Pierluisi” ha dicho Dalmau. A pesar de las reacciones de asombro entre analistas y medios de comunicación, los resultados eran esperados por algunos y no nos toman del todo por sorpresa. Estos resultados no se dan en un vacío. En realidad se deben a un evento o el hecho social que generó un contundente capital simbólico que ha ayudado a cambiar miedos y percepciones generalizadas enroscadas en la psiquis colonial: se trata de la noche del 3 de noviembre de 2020 tras conocer los históricos resultados que obtenían el Partido Independentista Puertorriqueño y  Juan Dalmau. La situación era inédita: un independentista, siendo el independentismo un sector marginal desde la década del 50′ en el ámbito electoral, hacía historia sumando sobre 174,000 votos (aproximadamente un 15%). Este resultado supone un evento bidimensional: 1) En el que claramente se va reflejando la ruptura con lo que llamo el Régimen de 1968 (bipartidismo); y 2) En el que tras la ruptura se abre una nueva secuencia política e histórica en el país.

Ambos resultados (elecciones y encuesta) son, a su vez, reflejos de una profunda crisis económica y política que se encuentra a punto de cumplir dos décadas. Como toda crisis prolongada, en Puerto Rico ha tenido el efecto de desvanecer viejas expectativas sociales instaurando, en su lugar, un estado de incertidumbre permanente. Cuando la incertidumbre ocupa el lugar de la esperanza y las viejas certezas (expectativas sociales, progreso, movilidad social, etc.) ya no tienen sentido nos enfrentamos a un vacío político o histórico en donde el presente se achica y no aparecen fórmulas claras en el horizontes para superar la crisis. Y no es para menos, en las pasadas dos décadas Puerto Rico ha experimentado una especie de economía de guerra: decrecimiento económico permanente, pérdida de empleos, ejecuciones hipotecarias en cifras récords, emigración masiva, envejecimiento de la población, cierre de hospitales, empeoramiento del estado de salud física y mental, endurecimiento en todos los patrones de violencia, ancianos sin sus pensiones, el cuento sin fin de la corrupción, escuelas deterioradas, aumento en el costo de vida, desplazamiento sistemático de nuestras comunidades, crisis de vivienda, miles de muertes que podrían ser evitadas, etc. Se trata de un presente asfixiante y angustiante.

Ahora bien, como plantea el ex vicepresidente de Bolivia Álvaro García Linera: el vacío político e histórico en estos tipos de crisis estructurales también representan oportunidades que pueden ser aprovechadas por los actores sociales que precisamente que buscan ofrecer nuevas certezas y esperanzas. Hay dos categoría de actores sociales: (1) Los poderosos; esto es, “los que poseen dinero, influencia pasada, poder militar, poder mediático, que buscarán crear el sentido del mundo bajo un nuevo patrón de reproducción de sus privilegios” sugiere García Linera. Y (2) Los movimientos y organizaciones sociales, las movilizaciones populares como el Verano de 2019, las comunidades organizadas y autogestionadas, etc. Ciertamente, el primer grupo tiene mayores posibilidades de prevalecer, pero su dominio no lo tiene tallado en piedra porque es este mismo grupo (la elite política y económica) quien al buscar retener sus privilegios ha provocado la crisis, la incertidumbre y el malestar social. El segundo grupo cuenta con un capital moral que el primero no tiene y depende de oportunidades muy precisas y efímeras para encender el viejo motor de la Historia – el de la transformación – mediante la movilización de diversos sectores populares y subalternos.   

En la vieja sociología de los movimientos sociales podemos extrapolar, aunque con ciertas limitaciones, una teoría que hoy nos puede ayudar a entender el momento y la importancia de la reciente encuesta. Se trata de la “teoría de la oportunidad política” que plantea la opción racional que hace un movimiento o actor social en un momento dado y una situación concreta, en donde el entorno político ofrece “incentivos para que la gente participe – dice Sidney Tarrow – en acciones colectivas al afectar a sus expectativas de éxito o fracaso”. Recordemos que los movimientos ciudadanos o populares en condiciones normales tienen menos posibilidades para influenciar en los cambios sociales y percepciones generalizadas. De manera que – insiste Tarrow – la acción colectiva de los movimientos y clases populares “prolifera cuando la gente adquiere acceso a los recursos necesarios para escapar a su pasividad habitual y encuentra la oportunidad de usarlos”. Los descontentos en una crisis, aquellos sujetos que llevan la carga más pesada en ese periodo, superan el umbral del conformismo y se entienden a sí mismos como sujetos o protagonistas de su historia cuando “se abre el acceso institucional, cuando cambian las alianzas o cuando emergen conflictos entre las élites” pues se percibe con mayor claridad y convicción las posibilidades de éxito.

En ese sentido, el posicionamiento histórico del Partido Independentista Puertorriqueño en la encuesta muestra que: (1) La ventana histórica del Verano 2019 no se ha cerrado del todo. (2) La vulnerabilidad del régimen colonial, el conflicto entre viejas elites políticas (bipartidismo) y la debilidad de las ideologías dominantes (como el anexionismo y estadolibrismo) apuntan a una situación idónea. (3) Por ende, existen los recursos y la oportunidad real para avanzar y atestar un golpe a las mismas elites responsables de la crisis. Este elemento (3) es enorme, pues empíricamente se ha demostrado que es una variable vital para movilizar exitosamente a la gente: se rompe el perímetro psicólogo y mediático del conformismo mientras se asume la 𝐩𝐨𝐬𝐢𝐛𝐢𝐥𝐢𝐝𝐚𝐝 𝐫𝐞𝐚𝐥 𝐝𝐞 𝐠𝐚𝐧𝐚𝐫. A nadie le gusta perder. 

Desde esta misma lógica, el resultado de la encuesta puede generar entusiasmo o momentum para reinsertar a personas descontentas y desvinculadas del ejercicio electoral. Además de las nuevas inscripciones, la reinserción de antiguos electores podría ayudar a superar el virtual empate a favor de la candidatura de Juan Dalmau. Hay una cuarta (4) variante que quisiera plantear como hipótesis: por primera vez en décadas el capital moral de grupos subalternos y algunos sectores profesionales coinciden con el capital moral y los valores que ha acumulado y promovido el independentismo desde el Siglo XX a través de su activismo y lucha. Más allá de un capital moral, en realidad se trata de una herencia común que el independentismo ha legado y que no hace mucho lo recordamos al conmemorar el 70 aniversario del 1 de marzo de 1954. Y (5) Como bien ha intuido Dalmau: se van superando “miedos ancestrales, pero que no tienen resonancia” en la actualidad. Se trata en el fondo – parafraseando a Albert Memmi – de un proceso donde se va quebrando el cerco de la psicología del colonizado. El asomo de acciones colectivas, nuevas percepciones y tendencias sociales abren el horizonte para que ciertos sectores se entiendan como capaces de alterar la realidad y se haga lo imposible: que sea el sujeto colonizado quien gobierne y se gobierne a sí mismo. Por eso, la derrota del bipartidismo o Régimen de 1968 es parte integral de un proceso de descolonización que ya ha comenzado.

Queda mucho tiempo por recorrer hasta las elecciones generales. Por eso, cabe recordar la advertencia que hacia Antonio Gramsci sobre el optimismo pues en muchas ocasiones “no es más que una manera de defender la pereza propia. […] El único entusiasmo justificable es el acompañado por una voluntad inteligente, una laboriosidad inteligente, una riqueza inventiva de iniciativas concretas que modifiquen la realidad existente.” 

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